Por Viryi Baldera
La reciente designación de Roberto Ángel Salcedo como ministro de Cultura de la República Dominicana ha generado un amplio debate en diversos sectores del país. Su nombramiento, anunciado por el presidente Luis Abinader, representa una apuesta por una figura con una trayectoria multifacética en el ámbito del entretenimiento y la gestión pública.
Roberto Ángel Salcedo, conocido popularmente como “Robertico”, ha estado vinculado al mundo del espectáculo desde temprana edad. Hijo del reconocido presentador y exalcalde Roberto Salcedo, inició su carrera en la televisión dominicana, destacándose como actor, productor y director. Su incursión en el cine le permitió consolidarse como empresario, con películas que han resonado en la taquilla nacional.
Además de su faceta artística, Salcedo ha incursionado en la gestión pública. Hasta su reciente nombramiento, se desempeñaba como director general de la Dirección General de Proyectos Estratégicos y Especiales de la Presidencia (Propeep), donde lideró iniciativas enfocadas en el desarrollo social y comunitario .
Su nombramiento al frente del Ministerio de Cultura plantea interrogantes sobre cómo su experiencia en el entretenimiento y la gestión pública influirá en la formulación de políticas culturales. La cultura dominicana es rica y diversa, abarcando desde manifestaciones folclóricas hasta expresiones contemporáneas que requieren una gestión inclusiva y visionaria.
Uno de los principales desafíos que enfrentará Salcedo es la descentralización de la gestión cultural. Es imperativo que las políticas culturales lleguen a todas las regiones del país, reconociendo y apoyando las particularidades de cada comunidad. La centralización en Santo Domingo ha sido una crítica constante, y se espera que su gestión promueva una distribución equitativa de recursos y oportunidades.
La preservación del patrimonio cultural es otro aspecto crucial. La República Dominicana cuenta con un vasto legado histórico y cultural que necesita ser protegido y difundido. Esto incluye desde monumentos y sitios históricos hasta tradiciones orales y prácticas culturales que corren el riesgo de desaparecer.
La promoción de las industrias creativas es esencial para el desarrollo económico y cultural del país. El cine, la música, la danza y las artes visuales son sectores con un potencial significativo que, con el apoyo adecuado, pueden contribuir al crecimiento económico y a la proyección internacional de la cultura dominicana.
La educación artística debe ser una prioridad. Integrar la cultura en el sistema educativo fomenta la apreciación y el respeto por las diversas manifestaciones artísticas desde una edad temprana. Esto no solo enriquece la formación de los estudiantes, sino que también garantiza la continuidad y evolución de la cultura nacional.
La inclusión y la diversidad cultural son pilares fundamentales para una gestión cultural efectiva. Es vital reconocer y valorar las contribuciones de diferentes grupos étnicos y culturales que conforman la identidad dominicana, asegurando que todas las voces sean escuchadas y representadas.
La transparencia y la participación ciudadana en la formulación de políticas culturales fortalecerán la confianza en las instituciones y garantizarán que las iniciativas respondan a las necesidades reales de la población. La colaboración con artistas, gestores culturales y comunidades es esencial para el éxito de cualquier proyecto en este ámbito.
La designación de Roberto Ángel Salcedo como ministro de Cultura representa una oportunidad para revitalizar la gestión cultural en la República Dominicana. Su experiencia en el entretenimiento y la gestión pública puede aportar una perspectiva innovadora. Sin embargo, el éxito de su gestión dependerá de su capacidad para abordar los desafíos mencionados y de su compromiso con una cultura inclusiva, diversa y accesible para todos los dominicanos.
